Al encontrarse en el centro de la ciudad, en temporada alta la playa Caleta Abarca es visitada con tanta frecuencia, que a veces los quitasoles, trajes de baño y toallas puestas en la arena son lo único que se logra distinguir desde alguna avenida cercana, formando así una colorida y típica postal viñamarina. A un costado de esta se encuentra el hotel Sheraton Miramar y el famoso cerro Castillo. De fácil acceso, tanto en transporte público como privado, esta playa regala a sus visitantes bellos jardines a lo largo de su extenso trayecto.
La ubicación de este balneario es realmente privilegiada. Es común que las personas que visitan el Reloj de Flores, que se encuentra a los pies del cerro Castillo, terminen su trayecto en la playa Caleta Abarca, a solo unos pasos de distancia, literalmente, entre un lugar y el otro. La cercanía al hotel Sheraton Miramar es tal, que se puede apreciar su moderna arquitectura permaneciendo recostado en la arena.
Muchos prefieren visitar esta playa porque les resulta más tranquila y silenciosa que el balneario de Reñaca o Las Salinas, sin embargo, es igual de concurrida que éstas, especialmente en enero y febrero, los meses de temporada alta.
El gran beneficio que ofrece la playa Caleta Abarca es su fácil acceso y proximidad. Cuenta con estacionamientos y paradas de autobuses, además de una extensión considerable para atender a todos sus bañistas. Los jardines y su gran cantidad de árboles la hacen acogedora en las tardes, momento en que las parejas se reúnen y se fotografían en este lugar de relajación y romanticismo mientras llega la hora de la puesta de sol.
Desde fines del siglo XIX funcionó en la Playa Caleta Abarca la maestranza de Lever y Murphy, en que se construyeron embarcaciones y obras públicas mayores, como el viaducto del Malleco. Al definir su perfil de balneario, la maestranza debió cerrar para dar paso a un renovado espacio de recreación desde los años 60 hasta hoy.