Su nombre oficial es Campo dunar de la Punta de Concón. Bautizadas en 1993 como Santuario de la Naturaleza, estas dunas están compuestas por la unión de variados montículos arenosos que juntos dan la impresión de ser una sola y gran montaña dorada. Las dunas de Concón se ubican por encima de una terraza marina al lado del balneario de Reñaca. Así, bajo éstas se encuentra una costa rocosa que luego da al mar. La experiencia de conocer este fenómeno natural se ha convertido en el principal encanto de la comuna de Concón, además, de la práctica del sandboard, que atrae a deportistas y turistas de todo el mundo.
El origen geológico de las Dunas de Concón data del Período Cuaternario. En ese entonces las fuerzas eólicas llevaron las arenas más livianas del borde costero de Reñaca y sus alrededores hasta este punto. Gracias a este fenómeno es posible que la arena del lugar se presente tan clara y suave, pues era necesario una conformación muy ligera para poder ser transportada por el viento. Sólo así, y después de millones de años, las Dunas de Concón se convirtieron en una montaña de arena que, casualmente, hoy no tiene ninguna conexión directa con alguna playa que alimente su porción de arena. Actualmente, estas colinas arenosas son consideradas como dunas fósiles.
Desde Valparaíso o desde la comuna de Quintero se puede apreciar desde lejos una breve cordillera dorada y brillante adornada por un tipo de vegetación única, parecida a la que florece en los desiertos. A pesar de que la flora de las dunas cubre sólo una veinteava parte de su totalidad, aún así se considera abundante, sobre todo en los pies de estas.
Además de ofrecer una vista hermosa, las Dunas de Concón también forman un terreno propicio para practicar elsandboard, deporte que consiste en deslizarse desde la cima de la duna hasta sus pies con una tabla, haciendo diferentes piruetas a una velocidad impresionante.
Al subir la montaña de arena y deambular por esta, surge la sensación de encontrarse en un desierto cubierto por el sonido del mar. Sin embargo, la muestra botánica que regalan las Dunas de Concón, más la vista completa hacia el mar, convierten la experiencia de visitarlas en un emoción inolvidable, especialmente sobrecogedora al atardecer.